sábado, 4 de mayo de 2013

Los Demócratas

Me han llamado la atención dos noticias recientes, de dos personajes distintos.

En Venezuela, el Ministro de Vivienda dijo A mi me importa y se los digo con toda claridad, me importa en absoluto lo que dicen las normas laborales”, “nadie venga a hablar mal de la revolución, que nadie venga a criticar a Nicolás (Maduro) o a hablar mal del comandante” “Quien quiera ser militante de Voluntad Popular, de ese partido fascista de Leopoldo López, que renuncie, porque si no renuncia yo mismo lo voy a botar”

Por su parte, en el periódico El Mundo del pasado 29 de abril se incluía un titular que decía "Mas reclama al Estado un talante más democrático ante la petición de soberanía"

Lo que me sorprende de ambas noticias es la utilización de la democracia como arma arrojadiza.

El ministro venezolano se atreve a llamar fascista a los seguidores de un partido (que desconozco y que no sé que ideales tiene) al tiempo que esgrime la actitud más autoritaria para clamar que a quien siga a ese partido lo va a botar. Estaba hablando a funcionarios del Estado Venezolano, y con lo de botar quería decir despedir. Dime de qué acusas a tu adversario y te diré de qué careces. Claro que, al fin y al cabo, no hace más que seguir la línea de su partido, que no hace más que amenazar a su principal rival, Henrique Capriles, con meterle en la cárcel con la excusa de que promovió los desórdenes que se produjeron tras las elecciones. ¿Puede concebirse que aquí, en España, se insinue siquiera con algo semejante al jefe de la oposición? ¿o en cualquier otra democracia real?

Por su parte, Artur Mas apela a la democracia para apoyar sus ideas independentistas. Pero tiene un error de concepto: la democracia no consiste en preguntar a una población (por cierto, la que más convenga al Señor Mas que está dispuesto a que voten los mayores de 16 años, que no están habilitados para conducir un coche pero que, según su criterio, sí pueden participar en una cuestión tan capital como ésta) lo que al político de turno se le antoje; la democracia empieza por cumplir con la legislación vigente, la cual emana del Parlamento, constituido por los representantes elegidos por el Pueblo. El saltarse esa legislación no es democrático, sino que es propio de una república bananera. Sin embargo, al Señor Mas le parece bien si ello conviene a sus intereses. Claro que, al fin y al cabo, no hace más que seguir la línea de su Gobierno, que declara abiertamente que no está dispuesto a cumplir con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obliga a introducir el castellano en las aulas donde esté escolarizado el alumno cuyos padres hayan solicitado por vía judicial la atención en castellano.

¿Estoy comparando al régimen venezolano con el Gobierno Catalán? Pues sí, por supuesto que sí. Ambos gobiernos han sido elegidos democráticamente (esto es discutible en el caso venezolano, por aquello del no-recuento de votos, pero bueno, asumamos que sea así) y, una vez constituidos, ambos gobiernos se sienten legitimados para pasarse el marco legal y las normas escritas y no escritas del funcionamiento democrático por el forro de sus conveniencias propias.

Alguna vez he oído a algún politicastro (dicho con tono despectivo) asegurar que el suyo es el partido más democrático del país. Esta mera afirmación conlleva la consideración de que los otros partidos lo son menos y, por tanto, ilustra precisamente la falta de talante democrático del personaje. ¿Cual es el partido más democrático? aquél que reconoce al rival político el derecho a defender sus ideas, por más que sean opuestas a las propias. No diga el juez que soy el más justo, porque implica que los otros jueces lo son menos.

Me admira la capacidad de todos los políticos para alinearse a favor de su partido y en contra de los demás. Dá igual el tema, los partidos de un lado diran blanco y los del otro dirán negro, y en cada lado los acólitos defenderán la postura propia sin desviarse un milímetro. Por eso yo no podría ser político, ni aún tertuliano, porque tengo el defecto de que me parece bien lo que dicen unos sobre una cosa y bien también lo que dicen los otros sobre otra cosa distinta. Y más cuando a veces tengo la sensación de que cuando surje un tema nuevo los de un lado están a la expectativa de lo que dicen los del otro lado sólo para poder formarse una opinión propia, la contraria por supuesto.

¿No se dan cuenta nuestras mentes rectoras que si alguna vez dijeran "me he equivocado", o incluso "en este tema el partido contrario tiene razón", ganarían puntos?

Pero volvamos al Señor Mas, que nos queda más cerca que Venezuela. Hay una cuestión que yo me planteo: asumamos que se celebrara su referendum, y que fuera legal, y que ganara la opción independentista, y que Cataluña se independizara. ¿Sería este señor tan democrático como para segregar aquellas poblaciones en que venciera la opción de quedarse con España? ¿Y lo suficiente para aceptar un referendum similar en parte de su territorio si éste se quisiera independizar (el valle de Arán, por ejemplo? ¿Y para organizar otro referendum similar X años después si es que las cosas no van bien (los expertos vaticinan que se produciría una bajada significativa del nivel de vida en Cataluña en el corto plazo) y se planteara el volver a unirse a España? Yo, personalmente, lo dudo, y como quiero ser consecuente con mis creencias, no me queda más remedio que llegar a una conclusión: el Señor Artur Mas no es un demócrata. No lo es en el momento actual porque no acepta las reglas que todos nos hemos dado a nosotros mismos (nótese que el Tribunal que falló la sentencia sobre la enseñanza en castellano no está en Madrid, sino que es la máxima instancia judicial en la propia Cataluña), y porque dudo que aplicara las mismas líneas de pensamiento en el futuro, si es que éstas no fueran acordes con lo que él piensa.

La democracia del Señor Mas consiste en que todo vale si se ajusta a su pensamiento único, y lo que no lo hace es que es una imposición de un Gobierno extranjero, al que hay que pedir que sea demócrata. Y mientras tanto, lo que vaya mal es culpa de España. Es el Gobierno soñado por cualquier político, lo bueno lo hago yo, y lo malo viene del enemigo.

Por cierto, vengo leyendo estos días unas páginas de un libro de historia sobre la toma de Granada por los Reyes Católicos. Hoy mismo leí que en la toma de Málaga, que era el fortín principal del reino musulmán, tuvo un papel principalísimo el bloqueo y la actuación de la Armada Catalana. Habría quien creyera que esto significa que Cataluña contribuyó decisivamente a la Unidad Nacional (como en tantas y tantas otras veces de nuestra historia), pero supongo que el Señor Mas podría explicarnos que en realidad se trataba de elementos españolistas infiltrados en los pocos buques catalanes que participaron en esta acción, o bien que no fue la Armada Catalana la que tuvo este papel tan decisivo, sino dos o tres barcos ocupados por valencianos, aragoneses y otros elementos engañados por el imperio español. 

Hay muchas cosas que mejorar en España, y reconozco que pudiera llegarse a organizarse un referendum sobre la posible independencia de Cataluña, pero lo que no acepto es que quien quiera pueda saltarse las reglas que nos hemos dado, aceptando las que le conviene o las que no le importe, y optando por no cumplir con aquellas que le resulten molestas. Esas personas, esos ministros venezolanos, esos Artur Mas, esos Sánchez Gordillo no son revolucionarios, no son libertadores, no son defensores de ideas. Y tampoco son demócratas.