martes, 30 de octubre de 2012

Cataluña: Tenemos un Problema de Comunicación

En un reciente viaje a Barcelona me sorprendió el número de banderas catalanas que colgaban de balcones y ventanas. Algunas cuatribarradas y algunas, no pocas, esteladas.

Por supuesto que por cada ventana o balcón ocupado por una bandera, había muchos más en que nada había; y que cuando unos pocos gritan, se oye más a los que lo hacen que a los que callan. Pero, aún así, el  número de banderas era una demostración de que el mensaje independentista ha calado en una gran parte (¿una mayoría?) de la población.

Luego viene algo que me impacta bastante más: cuando hablas con conocidos, con compañeros del trabajo, con personas que sabes que están bien formadas y con los que vienes compartiendo cosas día a día desde hace tiempo, sin problemas, de tú a tú ... y que de pronto te espetan que Cataluña está discriminada y que España se está llevando su dinero, poco menos que saqueándoles o robándoles el oro, como a los Aztecas.

No pretendo ahora, que ya lo haré, entrar a discutir si esto es verdad o no, y si aún en caso de que lo fuera, debiera ser así o no. Lo que ahora me ocupa es la dinámica de confrontación. Mi planteamiento es: ¿resulta inteligente tratar de demostrar a los que en Cataluña apoyan la secesión que están equivocados? Es una pregunta para los partidarios de que las cosas sigan como hasta ahora, con una España unida en la que Cataluña sea una Comunidad Autónoma que pueda sentirse cómoda dentro del Estado Español. Es una pregunta para mí, porque yo soy de esta partida. 

Creo que con argumentos no iremos lejos (y no estoy animando a ningún tipo de acto alternativo a la pablabra), porque la posición de partida del "secesionista" es que eres el enemigo, o como mínimo, que eres de "otro planeta" y que "no entiendes a Cataluña". ¿Como van a escuchar a alguien así? Es más, si lo hacen será precisamente para posicionarse radicalmente en contra de éste que es el que reprime a su país y le impide SER. No, con argumentos no ganaremos mucho, simplemente porque no se puede convencer a quién no quiere escuchar.

Además, hay que reconocer que los "argumentos" que se escuchan por los de "mi partida" no hacen en muchas ocasiones (casi diría que en la mayoría de ellas) más que alimentar la postura contraria. Desde la ironía "fina" hasta el insulto directo, pasando por los chistes de Catalanes, las banderas nacionales usadas como símbolos contra-catalanes, los "pues que se vayan" y los boicots, ¿no son acaso dar la razón a aquellos que dicen sentirse diferentes, ser diferentes, y aspirar a materializar esa diferencia en un Estado propio?

¿Qué pretendemos los "españolistas", entre los que me incluyo, cuando en un campo de fútbol gritamos (quien lo haga, por supuesto) aquello de "Puta Cataluña"? Recuerdo un acto organizado por el PP, no sé por qué motivo, hace ya años, en que cuando salió Lluis Llach a cantar, invitado por el propio partido, en catalán y el público le abucheo. Vamos a ver... ¿cual esperamos que sea la reacción de los catalanes antes situaciones de este tipo? ¿pretendemos que "recapaciten" y digan "es verdad, mejor nos hacemos del Madrid, o que Lluis Llach decida cantar en Castellano por soleares?

No tengo la solución para estas cuestiones, pero sé cual es un camino incorrecto: alimentar a los que quieren separarse haciendole sentir que no son parte de "los nuestros". Yo también querría irme de donde no me quieren.

Tengo es una propuesta: hagamos lo contrario. Demostremos a Cataluña que es parte de "nosotros". Que todos somos "nosotros" Que no hay un "ellos". No pitemos las banderas catalanas, sino que asumamos que es también nuestra bandera. Si alguien canta en Catalán, tratemos de entender lo que dice. Es un idioma precioso, una joya auténtica y una delicia. Si no queremos que se vayan, si lo que nos molesta es solo la posibilidad de que quieran irse, invitémosles a que se queden.

No vamos a convencer a alguien que dice que se siente mal en casa de que se quede a base de decirle que es un capullo por querer marcharse. Saquémosle un aperitivo y tratémosle como uno más de la familia. Luego le pediremos que entre en el turno de fregar los platos, como todos los demás, pero decirle que es un ingrato por querer coger la puerta es una invitación a que lo haga.

Tenemos un problema de comunicación: solo acertamos a decir "no te puedes ir" o "como te vayas, no vuelvas". ¿Cuando nos daremos cuenta de que lo que realmente queremos decir es "no te vayas"? ¿Cuanto tardaremos en decirlo? Espero que no sea demasiado tarde cuando lo hagamos.